Con el zumbido fuerte de los autos arriba y el olor penetrante a nafta

Fragmento de "Fantasias Sexuales de mujeres argentinas" de Castro, Silvina

Trabajo algunas horas en un gimnasio, pero lo fuerte de mis ingresos son las clases particulares. Tengo sobre todo laburo con señoras mayores, con las que hacemos gimnasia muy espicífica en sus casas, porque tienen la movilidad reducida y el ejercicio que hacen está muy acotado a sus posibilidades. También entreno a unos tipos pasaditos de peso cuyo objetivo es adelgazar y mejorar su aspecto físico, que no van a un gimnasio porque se les acomodan mejor los horarios con un entrenador particular, y tienen guita para pagarlo.
Me gusta lo que hago. Además, modestia aparte, lo hago muy bien.
Por mi profesión y por un interés que tengo de muy chica, me ocupo de mi estado físico y sé que soy fuerte. Mientras estudiaba tomé clases de defensa personal y practiqué también artes marciales. Lo que pasa es que siempre, y desde muy chiquita, tuve miedo de sufrir alguna agresión en la calle.
Vivo en provincia y la mayor parte de mi trabajo se concentra en la capital. Camino bastante entre clase y clase, como lo hacen todos los profesores, y tengo algunas clases bastante tarde, porque a esa hora la gente sale de trabajar y tienen tiempo para dedicarse a su persona. Así que los horarios de 19 a 21 los tengo completos, por suerte.
La cuestión con esta fantasía que te voy a contar es que tiene un doble componente. Me calienta, y me asusta muy mal. Pero claro, como me asusta mucho me produce una adrenalina que ni te cuento.
Fantaseo que dos tipos me violan debajo de la autopista. Varias noches de la semana tengo que cruzar la autopista caminando. Podría tomarme un colectivo, es cierto, si la zona me da tanto miedo, pero no es peligroso ni demasiado oscuro. Además nunca me ha pasado nada, y ni siquiera he tenido algún susto por ahí, así que racionalmente es estúpido que cambie la rutina.
No me pasa siempre, todos los días no, de ninguna manera, porque no podría soportarlo, pero a veces, cuando paso por ahí, fantaseo que se me aparecen dos tipos, uno de frente y otro de atrás que me cortan el paso. Quiero gritar entonces, pero uno de ellos me tapa la boca con su mano. Yo se la muerdo e intento correr, pero me tienen agarrada entre los dos con tantísima fuerza que no puedo soltarme. Me arrastran al paredón. Yo escucho el zumbido fuerte de los autos arriba y siento el olor a nafta penetrante. No pasa ni un alma. Uno de los dos tipos me baja el jogging mientras el otro me tiene agarrada con fuerza. Le doy un cabezazo, me defiendo todo lo que puedo, me resisto, y el tipo que me tiene agarrada me pega y me amenaza: <>. Entonces saca una pistola y me la muestra. Ahí decido hacer lo que me piden porque mi vida está en juego. Entonces mientras uno me toma con furor y violencia el otro me sujeta, y apenas entra acaba, muy rápido. El otro, inmediatamente después, se apura para hacer exactamente lo mismo. Es únicamente penetración. Un poco de manoseo de tetas fuerte, pero nada más que eso.
Después los dos hombres, que son muy jóvenes, y a los que casi no he podido verles la cara, se van corriendo.
Por supuesto que me quedo muy mal. Pienso que es culpa mía, porque no tendría que pasar siempre por ahí, y me siento horrible. Igual, como te dije, sigo yendo de a pie por debajo de la autopista, y la adrenalina y el miedo me acompañan muchas veces.

(Personal Trainer, 25 años)

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